Cuando el investigador Alberto Behar del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA, en Pasadena, California, se unió a una expedición internacional a la Antártida para explorar ese lago subglacial, en el marco del proyecto WISSARD, se llevó consigo un singular minisubmarino robótico diseñado y financiado por la NASA, con la meta de hacerlo descender en ese lugar ignoto y nunca antes explorado.
Este pequeño robot, con un tamaño y una forma similares a los de un bate de beisbol, está diseñado para alcanzar sitios a los que difícilmente podría llegar un ser humano (o que incluso es imposible), y para hacerlo del modo lo menos invasivo para el lugar visitado. Para su aventura, el minisubmarino robótico MSLED dispuso de sensores químicos hidrológicos y un sistema de captación de imágenes de alta resolución. Las cámaras y los demás instrumentos le permiten al robot acuático caracterizar aspectos de la geología, la hidrología y la química de su entorno.
Verónica Porras Viana y Noelia Benavides Garrido
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